Compramos con el corazón

Para muchos el acto de comprar está satanizado porque se relaciona con excesos totalmente innecesarios. 

No podemos negar que vivimos en un sociedad bastante consumista y con una influencia de comportamiento del consumidor muy americanizada.

No crean que defiendo el gastar dinero en cosas innecesarias, pero tampoco lo juzgo porque la mayoría hemos pasado por ahí.

La justificación más común es que no pensamos antes de comprar y solo lo hacemos de manera compulsiva.

La traducción de esto es que compramos de manera emocional, nuestro comportamiento está totalmente ligado a factores emocionales. Justamente por eso la publicidad tiene influencia sobre nosotros, nos genera reflexibilidad con el producto de manera en que nos identificamos con un estilo de vida o con la aspiración de tener ese estilo de vida.

Queremos tener esa piel radiante, ese cabello brillante, ese bolso envidiable, esos zapatos ¨cómodos¨ y aquí podríamos seguir con ejemplos…

Vean si son emocionales que muchas personas se consuelan cuando están tristes o desanimadas con ir de compras, ¿saben por que esto tiene sentido? 

Cuando nos exponemos a estímulos de recompensa nuestro cerebro incrementa la segregación de dopamina (neurotransmisor cerebral) y esto hace que un comportamiento pueda llegar a ser adictivo por la sensación que nos genera.

Compramos por emoción y luego entramos en un proceso de racionalizar nuestra compra.

¿Les ha pasado que compran algo y cuando ya pagaron o llegan a su casa les entra el famoso remordimiento?

 Totalmente normal porque el cerebro busca como justificar esa conducta, con motivos racionales para disminuir la culpabilidad y sentirnos inteligentes con esa compra. 

Les cuento todo esto para entender como funcionamos, dejemos de pensar que ¨somos compulsivos¨ y entendamos de donde viene nuestro comportamiento. Siempre la premisa es emocional.

Ahí es donde analizamos el precio, decimos que lo necesitábamos y buscamos todas las razones para defender de nosotros mismos esa compra.

Así que ya saben, podemos entonces culpar a nuestro corazoncito de las compras que hacemos!

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